Entre sus principios y el mito.
Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez.
MEJOR CONOCIDO COMO FRANCISCO DE MIRANDA.
Padre de la Libertad Latinoamericana.

Investigacion Pedro Santander
Ilustración 267 AÑOS
DE HEROÍSMO
Francisco de Miranda, nació en Caracas el 28 de marzo de
1750. Era el primogénito del canario Sebastián Miranda y Róbelo y de la criolla
Francisca Antonia Rodríguez y Espinoza. Desde muy niño recibió esmerada
educación. Estuvo en la Academia de Santa Rosa y después en la Universidad. En
1771 viajó a España para completar sus estudios. Ingresó al ejército, donde
obtuvo el grado de Capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa. Sirvió
en el norte de África, demostrando talento militar y extraordinario valor en la
guerra contra los moros.
Estudioso y con facilidad para aprender idiomas, no tardó en
hablar fluidamente inglés, francés y alemán. Después de algunas incidencias, en
1780 fue enviado a la guarnición de Cuba, como ayudante del coronel Cajigal.
Destacó rápidamente por su excelente preparación militar y su afición a la
lectura. Pero las intrigas y la envidia política le hicieron caer en desgracia.
Lo acusaron por su actuación en Jamaica, donde dicen que pronunció discursos
para incitar a la libertad de las colonias españolas. Cargado
de grillos, en 1782, fue enviado a la cárcel de La Habana, pero gracias a la
mediación y ayuda del comandante de la guarnición y amigo personal, el coronel
Cajigal, logra salir airoso de esta situación, partiendo inmediatamente hacia
los Estados Unidos de Norteamérica.
El ingreso a la hermandad
Al tiempo de haber llegado, se instala en Filadelfia, donde gracias a su dominio del idioma inglés, y sus ideas republicanas, conoce y entabla, una gran amistad, con los generales Washington y Lafayette, uniéndoseles a su gesta libertaria que ya habían iniciado en contra de la corona Británica.
Varios historiadores masónicos norteamericanos y franceses aportan valiosa información sobre la actividad masónica del caraqueño Francisco de Miranda, de quien aseguran que se inició en 1783, en una logia de Filadelfia, muy frecuentada por el famoso general francés Lafayette.
Al tiempo de haber llegado, se instala en Filadelfia, donde gracias a su dominio del idioma inglés, y sus ideas republicanas, conoce y entabla, una gran amistad, con los generales Washington y Lafayette, uniéndoseles a su gesta libertaria que ya habían iniciado en contra de la corona Británica.
Varios historiadores masónicos norteamericanos y franceses aportan valiosa información sobre la actividad masónica del caraqueño Francisco de Miranda, de quien aseguran que se inició en 1783, en una logia de Filadelfia, muy frecuentada por el famoso general francés Lafayette.
No hay datos sobre el día y el mes. Por las contingencias
derivadas de la guerra, al parecer se perdieron los archivos de la logia donde
Miranda recibió la luz masónica. De lo que se sabe es que Lafayette fue su
padrino de iniciación. Existen muchas referencias sobre la asistencia de
Miranda a logias de Nueva York y de sus tertulias con George Washington en
locales masónicos.Por esa vaguedad en la fecha de iniciación de Miranda, en
Filadelfia, algunos historiadores demasiado ortodoxos, han puesto en duda la
iniciación del precursor en los Estados Unidos. No faltan quienes inclusive la
rechazan de plano.
Sin embargo, investigaciones posteriores a la publicación de los dos volúmenes de Américo Carniccelli, arrojan bastantes evidencias sobre los contactos de Miranda con Lafayette, que culminaron en su iniciación en una logia de Filadelfia, en 1783.
Otros investigadores aseguran que Miranda se inició en la masonería en París, Francia, en 1797, meses antes de su regreso a Londres. Pero esas teorías se desmoronan solas con las referencias publicadas por diarios ingleses en 1785, donde hablan de las reuniones masónicas de Miranda con intelectuales y personajes de la nobleza.
Al citar esas evidencias, un historiador británico, llegó a la conclusión de que Miranda se inició en Filadelfia, Estados Unidos, en 1783; recibió el grado de compañero en Londres, en 1785; y el grado de Maestro, en París, en 1797. Esa cronología parece la más ajustada a la verdad, ya que guarda relación con el periplo del precursor por esos países.
El regreso a Europa
Una vez vencidos los ingleses, y luego de haber reconocido la independencia de sus colonias en Norteamérica, decide seguir su camino, partiendo de nuevo a Europa en donde hizo derroche de valor y de sus dotes de gran estratega militar, en todas las campañas en las que participó.
En 1785, la presencia de Miranda en Londres fue resaltada por la prensa británica. Se lo presentó como infatigable campeón de la libertad. Su nombre adquirió prestigio. Frecuentaba los salones de la realeza y se codeaba con los más brillantes intelectuales.
Con ansias de glorias y deseoso de acumular experiencia y conocimientos, visitó Holanda, Alemania, Italia, Grecia, Francia, Dinamarca y Polonia. En 1787 llegó a San Petersburgo, la fastuosa ciudad de la nobleza rusa. Allí fue presentado a su Majestad Imperial, Catalina II.
El porte gallardo y los modales refinados del militar venezolano, llamaron la atención de la poderosa Catalina, quien se enamoró de él, llenándolo de halagos y condecoraciones. Miranda vistió el uniforme de oficial del ejército zarista, disfrutó del esplendor de la corte y recibió el grado de Coronel del Ejército de Coraceros de San Petersburgo.
Pero ávido de nuevas aventuras y con el deseo de organizar la lucha por la independencia de Venezuela, volvió a Londres en 1790. Sus gestiones para conseguir la ayuda de la Corona Británica, fueron infructuosas. El gobierno inglés debido al Tratado firmado en el Escorial, evitaba a toda costa la posibilidad de un conflicto con España.
En 1791, Miranda tomó parte activa en la Revolución Francesa. En París, él se hizo amigo de los girondistas Jacques Pierre Brissot y Jérôme Pétion de Villeneuve, y sirvió brevemente como general en la una sección del Ejército revolucionario francés que lucho en la campaña de 1792 para conquistar los Países Bajos llegando al grado de Mariscal de Francia, bajo el mando de Charles François Dumouriez.
Arrestado varias veces durante el reinado del terror, Miranda fue amenazado con ser deportado después una medida del Directorio de la Monarquía y los Girondistas. A pesar de todo, su nombre permanece grabado en el Arco de Triunfo que fue construido durante el primer imperio.
La Gran Reunión Americana
En 1798, regresó a Londres, donde fundó la logia la Gran Reunión Americana. Febrilmente trabajó para preparar la expedición libertadora de Venezuela. Esta logia es cuestionada por algunos historiadores masones, porque se salía de los rituales, para dar preponderancia a los ideales de la causa republicana.
Miranda otorgaba grados de Maestros a los que destacaban por sus dotes intelectuales y por su amor a la libertad y la causa de la independencia americana. Les tomaba un juramento especial, que siempre terminaba con "el repudio a todos los tiranos y las tiranías".
Los trabajos en la "Gran Reunión Americana", no versaban tanto sobre simbología o el catecismo masónico, como sobre las ideas de la Revolución Francesa y la necesidad de libertar a las colonias españolas en América.
Esto critican los ortodoxos a Miranda. Afirman que se olvidaba de los rituales, para hacer foros sobre la importancia del sistema republicano y la reforma de las estructuras sociales en las colonias que deseaba libertar.
Lo que no dicen los críticos de Miranda, es que todos los próceres de la independencia americana, daban prioridad en las logias, a discusiones sobre táctica y estrategia de la lucha que libraban, porque de ello dependía en gran parte del destino de los países donde actuaban.
El Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, según refiere en un libro el historiador masón boliviano, Ángel Salas, en la logia de Chuquisaca que visitaba, discutía sus planes de gobierno. Por ese motivo, que se sepa, nadie nunca puso en duda la identidad masónica del extraordinario cumanés.
En las reuniones de la logia Miranda tuvo la oportunidad, de conocer al joven chileno, Bernardo O’Higgins, con el cual entabló una especial amistad, siendo entre otras cosas su maestro de matemáticas.
Luego de más de un año de cordial amistad, Miranda le expone a O’Higgins, con detalle, todos los planes libertarios que por tanto tiempo había estado madurando. Sorprendido por la afinidad de criterios y opiniones sobre el tema, el joven chileno le narra a Miranda, la historia y hazañas de Lautaro, el gran cacique Araucano, que defendió y reconquisto el suelo de Arauca, venciendo al propio conquistador de Chile, Don Pedro Valdivia, batalla en donde Lautaro pierde la vida en defensa de la libertad de sus hermanos de raza.
Nació entonces la idea en Miranda, que luego llevaría a los hechos de homenajear al héroe Araucano, fundando la logia Lautaro, teniendo con el tiempo filiales en varias ciudades europeas, siendo la de mayor importancia, la de la ciudad de Cádiz, en la cual fueron muchos los sudamericanos que allí se iniciaron como Masones.
Todos de la mano de Francisco de Miranda, abrazaron y juraron con devoción y entusiasmo patriótico, cumplir con los preceptos, que promulga la Masonería: la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, para luego partir, cada uno a su patria, a emprender sus respectivas gestas que culminaron con la liberación e independencia de toda la América.
De no haber sido porque Miranda sembró en los corazones de todos estos jóvenes la semilla de libertad y los preceptos de la augusta orden, difícilmente se hubiese podido realizar una empresa libertaria de esa magnitud.
Sin embargo, investigaciones posteriores a la publicación de los dos volúmenes de Américo Carniccelli, arrojan bastantes evidencias sobre los contactos de Miranda con Lafayette, que culminaron en su iniciación en una logia de Filadelfia, en 1783.
Otros investigadores aseguran que Miranda se inició en la masonería en París, Francia, en 1797, meses antes de su regreso a Londres. Pero esas teorías se desmoronan solas con las referencias publicadas por diarios ingleses en 1785, donde hablan de las reuniones masónicas de Miranda con intelectuales y personajes de la nobleza.
Al citar esas evidencias, un historiador británico, llegó a la conclusión de que Miranda se inició en Filadelfia, Estados Unidos, en 1783; recibió el grado de compañero en Londres, en 1785; y el grado de Maestro, en París, en 1797. Esa cronología parece la más ajustada a la verdad, ya que guarda relación con el periplo del precursor por esos países.
El regreso a Europa
Una vez vencidos los ingleses, y luego de haber reconocido la independencia de sus colonias en Norteamérica, decide seguir su camino, partiendo de nuevo a Europa en donde hizo derroche de valor y de sus dotes de gran estratega militar, en todas las campañas en las que participó.
En 1785, la presencia de Miranda en Londres fue resaltada por la prensa británica. Se lo presentó como infatigable campeón de la libertad. Su nombre adquirió prestigio. Frecuentaba los salones de la realeza y se codeaba con los más brillantes intelectuales.
Con ansias de glorias y deseoso de acumular experiencia y conocimientos, visitó Holanda, Alemania, Italia, Grecia, Francia, Dinamarca y Polonia. En 1787 llegó a San Petersburgo, la fastuosa ciudad de la nobleza rusa. Allí fue presentado a su Majestad Imperial, Catalina II.
El porte gallardo y los modales refinados del militar venezolano, llamaron la atención de la poderosa Catalina, quien se enamoró de él, llenándolo de halagos y condecoraciones. Miranda vistió el uniforme de oficial del ejército zarista, disfrutó del esplendor de la corte y recibió el grado de Coronel del Ejército de Coraceros de San Petersburgo.
Pero ávido de nuevas aventuras y con el deseo de organizar la lucha por la independencia de Venezuela, volvió a Londres en 1790. Sus gestiones para conseguir la ayuda de la Corona Británica, fueron infructuosas. El gobierno inglés debido al Tratado firmado en el Escorial, evitaba a toda costa la posibilidad de un conflicto con España.
En 1791, Miranda tomó parte activa en la Revolución Francesa. En París, él se hizo amigo de los girondistas Jacques Pierre Brissot y Jérôme Pétion de Villeneuve, y sirvió brevemente como general en la una sección del Ejército revolucionario francés que lucho en la campaña de 1792 para conquistar los Países Bajos llegando al grado de Mariscal de Francia, bajo el mando de Charles François Dumouriez.
Arrestado varias veces durante el reinado del terror, Miranda fue amenazado con ser deportado después una medida del Directorio de la Monarquía y los Girondistas. A pesar de todo, su nombre permanece grabado en el Arco de Triunfo que fue construido durante el primer imperio.
La Gran Reunión Americana
En 1798, regresó a Londres, donde fundó la logia la Gran Reunión Americana. Febrilmente trabajó para preparar la expedición libertadora de Venezuela. Esta logia es cuestionada por algunos historiadores masones, porque se salía de los rituales, para dar preponderancia a los ideales de la causa republicana.
Miranda otorgaba grados de Maestros a los que destacaban por sus dotes intelectuales y por su amor a la libertad y la causa de la independencia americana. Les tomaba un juramento especial, que siempre terminaba con "el repudio a todos los tiranos y las tiranías".
Los trabajos en la "Gran Reunión Americana", no versaban tanto sobre simbología o el catecismo masónico, como sobre las ideas de la Revolución Francesa y la necesidad de libertar a las colonias españolas en América.
Esto critican los ortodoxos a Miranda. Afirman que se olvidaba de los rituales, para hacer foros sobre la importancia del sistema republicano y la reforma de las estructuras sociales en las colonias que deseaba libertar.
Lo que no dicen los críticos de Miranda, es que todos los próceres de la independencia americana, daban prioridad en las logias, a discusiones sobre táctica y estrategia de la lucha que libraban, porque de ello dependía en gran parte del destino de los países donde actuaban.
El Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, según refiere en un libro el historiador masón boliviano, Ángel Salas, en la logia de Chuquisaca que visitaba, discutía sus planes de gobierno. Por ese motivo, que se sepa, nadie nunca puso en duda la identidad masónica del extraordinario cumanés.
En las reuniones de la logia Miranda tuvo la oportunidad, de conocer al joven chileno, Bernardo O’Higgins, con el cual entabló una especial amistad, siendo entre otras cosas su maestro de matemáticas.
Luego de más de un año de cordial amistad, Miranda le expone a O’Higgins, con detalle, todos los planes libertarios que por tanto tiempo había estado madurando. Sorprendido por la afinidad de criterios y opiniones sobre el tema, el joven chileno le narra a Miranda, la historia y hazañas de Lautaro, el gran cacique Araucano, que defendió y reconquisto el suelo de Arauca, venciendo al propio conquistador de Chile, Don Pedro Valdivia, batalla en donde Lautaro pierde la vida en defensa de la libertad de sus hermanos de raza.
Nació entonces la idea en Miranda, que luego llevaría a los hechos de homenajear al héroe Araucano, fundando la logia Lautaro, teniendo con el tiempo filiales en varias ciudades europeas, siendo la de mayor importancia, la de la ciudad de Cádiz, en la cual fueron muchos los sudamericanos que allí se iniciaron como Masones.
Todos de la mano de Francisco de Miranda, abrazaron y juraron con devoción y entusiasmo patriótico, cumplir con los preceptos, que promulga la Masonería: la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, para luego partir, cada uno a su patria, a emprender sus respectivas gestas que culminaron con la liberación e independencia de toda la América.
De no haber sido porque Miranda sembró en los corazones de todos estos jóvenes la semilla de libertad y los preceptos de la augusta orden, difícilmente se hubiese podido realizar una empresa libertaria de esa magnitud.
Mitos y leyendas.
La historia de Venezuela
conmemora otros 245 años, el del nacimiento de Francisco de Miranda, un
personaje con casi una infinidad de calificativos. El mito prevalece: lo
anecdotario y manipulado con sus diversas visiones. La historiadora Inés Quintero asegura que son
fechas complicadas por los compromisos retóricos, pero que se debe ir más allá
y sacarlo de los lugares comunes? Es importante que la gente se pregunte qué
tiene que ver con uno lo que él hizo. Miranda forma parte de un proceso de
construcción de vida republicana, es de esas personas que durante 200 años han
actuado para preservar esos valores. Sin ellos no estaríamos pensando que es algo
importante para sostener?, dice quien actuará hoy, a las 10:30 am, como oradora
de orden del acto conmemorativo que la Gobernación de Miranda tiene previsto
realizar en la Universidad Metropolitana. La escritora reconoce, sin embargo,
que es una figura casi espasmódica, un insumo de la formación escolar y de
referencia urbana por el nombre de alguna avenida, además de las imágenes
construidas a partir de la cultura popular. ? La amplitud de su actuación da
lugar a múltiples interpretaciones que son solo lecturas libres, pero el
personaje histórico es el que a nosotros como historiadores nos interesa.
Claro, en ningún sentido se deben agotar las posibilidades de interpretación.
Lo importante está en cómo el ciudadano se relaciona con eso?, indica Quintero,
quien recuerda que entre los mitos más famosos sobre Miranda está que estuvo
con Catalina II de Rusia. Elías Pino
Iturrieta considera que la conmemoración tiene sentido al vincular la historia
de Venezuela con la historia universal. ? Es un personaje del siglo de las
luces. Su presencia en los comienzos de la Independencia representa la mudanza
encarnada en él de los principios del pensamiento inglés moderno y de los
movimientos políticos de la Revolución francesa. Nuestra Independencia deja de
ser un fenómeno aldeano para tener una gran proyección debido a que un gigante
de esa naturaleza, como lo llamó Andrés Bello, se convierte en una figura
céntrica ? No obstante, agrega Pino Iturrieta, muchos lo vieron con
desconfianza. ? Un hijo de blanco de orilla, que además fue considerado hereje.
A muchos los puso en guardia, lo que deja ver la inquietud que provocó.
Recordemos que fue un proceso hecho fundamentalmente por aristócratas y que una
persona con valores distintos a la aristocracia tenía que llamar la atención.
Miranda es la Europa ilustrada, traída a una colectividad que aún no era
ilustrada del todo y cuyos dirigentes tenían prevenciones con respecto a una
república moderna?, indica sobre el prócer que murió el 14 de julio de 1816 en
la prisión de La Carraca, España. A pesar de este bagaje, el historiador hace
una acotación: ?Los venezolanos tienen una relación con el mito y lo meten en
la historia de Venezuela como protagonista principal, pero no lo fue. Llegó muy
viejo, sin conocimiento de la realidad, ni cercanía afectiva con los próceres.
Esa sociedad que desconfía de él se lo entrega a los españoles. Hubo una
colectividad que sintió alivio. Fue un ave de paso que no se aclimató al trópico
? Para Tomás Straka sigue como tarea pendiente la concreción de ese sueño de
construir una civilidad republicana y ordenada, regida por los principios de
libertad. ? Entre los grandes aciertos está haber estructurado una red de
revolucionarios que aprendió de él los principios básicos que lograron la
Independencia. La otra es haber diseñado una bandera que configuró una
identidad. Entre sus errores, comprender poco su terruño ? Mañana, a las 11:00 am, habrá una mesa
redonda en la Academia Nacional de Historia de Venezuela sobre Miranda.
"No culpemos los echos y pensamiento de la época cuando los comparamos con los pensamientos y echos actuales. Cada tiempo tiene su forma de actuar". Pedro Santander